miércoles, 30 de septiembre de 2009


Si hubiese vivido en nuestros tiempos, Frank Lloyd Wright (Wisconsin, 1867-Phenix,1959) habría acaparado portadas de pe´riódicos y revistas. Incluso habría protagonizado su propio reañity show. Porque, adem´s de un genio, y probablemente el mejor arquitecto norteamericano del siglo XX, Lloyd Wright fue un personaje criticado, demandado, perseguido por clientes insatisfechos, por maridos engañados... Vivió una vida demasiado molodramática incluso para el Hollywood de entonces, pero que hoy lo habrían encunbrado a la cima de la polpularidad de masas.
Un romance con una clienta, que lo llevó a abandonar a su familia y a convertirla en su amante, que acaba con la muerte de ella, de sus hijos y varios colaboradores de Wright a manos de un ayudante demente, los encerró en una casa, le prendió fuego y acabó con los que sobrevivieron a hachazos, es un buen arranque para el guión de una película de terror. ¿El escenario? La casa que él había diseñado para su nueva compañera en Taliesin(Wisconsin).
Pero hay más. Su arresto bajo el Acta de Mann (una enmienda que prohibía la prostitución, la inmoralidad y el tráfico humano); la locura y las adicciones de su segunda esposa (Hubo una tercera)...Sus aventuras de alcoba se aderezan con una carrera irrefular que lo llevó al triunfo, tras la construcción del Hotel Imperial de Tokio, a la bancarrota y el olvido, se dedicó a escribir sobre urbanismo, para luego volver a la construcción, durante la Gran Depresión, de ese hito de la arquitectura que es la Casa de la Cascada.

Para una precuela puede quedar su infancia mimada en un hogar victoriano roto; su educación poco adecuada; su huida de juventud desde el rústico Wisconsin de 1880 al trepidante Chicago; su pelea con un empleado que lo había herido con un cutter y un primer matrimonio convencional con seis hijos que no preagiaba lo que después vino.
Una vida de cine y una obra que lo ha convertido en un icono del siglo XX. Su meta como arquitecto siempre fue subrayar los efectos positivos de la arquitectura sobre la calidad de vida de los ciudadanos. Wright creó un nuevo concepto de edificios: rechazó el criterio existente hasta entonces de los interiores como estancias cerradas y aisladas de las demás. Él creaba desde dentro hacia fuera, lo que ha marcado a muchas generaciones. Diseñó espacios en lso que cada habitación o sala se abría a las demás porque su objetivo era la transparencia visual, la entrada de luz y la amplitud. Además, estudió con gran atención la arquitectura precolombina y aplicó su estilo reminiscente maya a muchas de sus viviendas.
http://www.youtube.com/watch?v=ahKiKLb3CgQ
ODIABA LAS CIUDADES
Pretendía acercar a las personas a la naturaleza e integrar la ciudad en el paisaje. La arquitectura y la naturaleza se mezclan en inmensos espacios abiertos, como ocurre en su Casa de las Cascada. Los Kaufmann, ricos por unos grandes almacenes, querían una casa en su finca de verano con vistas a una cascada. Wright acepta el reto, pero pasa nueve meses "sin tocar un lápiz" y, ante la visita del cliente, se saca un as de la manga: la casa se construirá no enfrente, sino sobre la misma cascada. Discusión y como resultado: la consagración de lo que Wright acuñó como "arquitectura orgánica".


Los clientes lo demandaban; los constructores no lo soportaban; Hollywood, donde tuvo estudio lo rechazaba.
Nunca consiguió que lo que construía fuese mencionado en la emblemática Architectural Digest, aunque la revista tuviera su base en la ciudad donde edificó cuatro de sus más famosas casas, Los Angeles. No ayudaba que estuviera obsesionado por un supuesto método Low Cost de construcción en bloques de hormigon."¿Que rico querría vivir en una casa así?". Se preguntaban muchos.
Ahora sus casas tienesn problemas de mantenimiento y sus restauraciones son millonarias. Los bloques de hormigón se deshacen. La Casa Ennis (1925), en una colina de Los Feliz, requiere mas de diez millones pra su rehabilitación. Pero cuenta con defensores como Diane Keaton y sus espacios de bloques de hormigón de reminiscencias mayas fueron protagonistas e inspiradores de los interiores futiristas de la película Blade Runner.
Hoy, los enemigos de Frank Lloyd Wright no lo persiguen en lso juzgados ni sus escándalos amorosos son portadas de los periódicos; el peligro está en la naturaleza que tanto respetó. La lluvia y el viento erosionan sus míticas casas, que siguen seduciendo a nuevas generaciones, como lo hacía en la vida este menudo y ambicioso arquitecto con mujeres y clientes. Murió el 9 de abril de 1959 a los 91 años. Tres días después lo enterraban en su cas Taliesin, junto a la tumba de su madre y la de su amante asesinada. Mamah Borthwick.
Infatigable, en su último año de vida, mientras remataba su museo, discutía el color de la fachada para Bagdad en medio en una isla en el rio Tigris.
Un visionario, un creador prolífico que no llegó a construir la mayoría de los diseños que imaginó, lo cual no le impidó pasar a la Historia como uno de los grandes de la arquitectura del siglo XX.

martes, 8 de septiembre de 2009

ÉSTA EXPOSICIÓN NO ME LA PIERDO


Estaré en Madrid en octubre y no puedo dejar de ir.
Esta mujer me encanta,desde que supe de ella me apasionó toda su obra y su vida.
La Fábrica Galería presentará del el 8 de septiembre hasta el 24 de octubre de 2009, en colaboración con el Estate of Francesca Woodman (Denver, 1958-Nueva York, 1981) la primera exposición individual de la artista en una galería de arte en España.Después de su reciente retrospectiva en el Espacio AV de Murcia la exposición, «Autorretrato sin retoques», incluirá 15 fotografías en blanco y negro de diversos períodos de la artista, así como la proyección de «Selected Video Works, 1975-1978», que se exhibirá gracias a la colaboración de la galería Marian Goodman de Nueva York. «Las cosas parecen extrañas porque mis fotos dependen de mi estado emocional... Sé que eso es verdad y he reflexionado sobre ello mucho tiempo. En cierto modo, me hace sentir muy bien, mucho», manifestó en alguna ocasión Woodman.



A Woodman, que tuvo una temprana muerte a los 23 años, le interesaba principalmente el retrato, y centró preferentemente su producción sobre su propio cuerpo, habitualmente desnudo. Con un marcado carácter autobiográfico, sus fotografías la muestran en escenarios melancólicos, habitaciones en las que la artista retrata la soledad, el olvido y el paso del tiempo. La obra de Fracesca Woodman alude permanente a un desnudamiento radical, a un gesto en el que literalmente se deja la piel. Esta mujer, que desaparece en sus autorretratos formulando la alteración del yo a la manera de Rimbaud, como afirma Fernando Castro Flórez, se sentía, en cierta medida, frustrada porque sus proyectos resultaban ridículos, completamente ilógicos o ilegibles. En la obra de Francesca Woodman -señala Chris Townsend- el cuerpo mismo deviene ambiguo. Toda la escenografía de la desnudez finalmente remite a una suerte de deseo angélico. Todos sus intensos gestos trasmiten la experiencia de la soledad y la extrañeza que puede llegar a producir la propia piel. Fotografías de una inquietante fragilidad en las que, como Rosalind Krauss ha señalado, no hay nada de narcisismo.



Francesca Woodman realizó a sus primeros trabajos con 13 años, adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro, con formato cuadrado y dando prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir que la atención recayera sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena. A los 17 años comenzó estudios en Providence, en la Escuela de Diseño de Rhode Island y consiguió una beca para cursar el tercer grado en Roma. Allí se identificó con el surrealismo y el futurismo, que desde entonces ganaron presencia en sus fotografías, así como la decadencia, manifiesta en las paredes desnudas y los objetos antiguos que también comenzaron a poblar sus trabajos. En Roma realizó sus dos únicas exposiciones individuales.


A su vuelta a los Estados Unidos, terminó sus estudios en Providence y se mudó a Nueva York, donde se embarcó en proyectos más ambiciosos, incluyendo el diseño de nuevas exposiciones y de varios libros sobre su obra.



Francesca Woodman falleció en 1981 con veintitrés años cerrando así una trayectoria breve pero de una intensidad extraordinaria. Su obra no estaba destinada a producir espectáculo sino intimidad, al expresar el desasosiego, el miedo y la angustia, indagando la ausencia del cuerpo.