viernes, 6 de noviembre de 2009

DOS GRANDES NOS HAN DICHO ADIÓS

Francisco Ayala y Claude Lévi-Strauss, se cierran dos de los libros de la historia del siglo XX.


Qué no habrá visto este hombre de 103 años, que además tuvo siempre una mente lúcida y una pluma deslumbrante. Como recuerda Luis García Montero en El País con motivo de su muerte, reseñó el estreno de Mariana Pineda para la Gaceta Literaria en 1927, participó en las tertulias de Azaña y de Oretga y Gasset, se enfrentó a Luis Cernuda por ciertos comentarios sobre Perfil del aire. Necesariamente, Ayala es a la literatura ―y a la vida― lo que Picasso a la pintura. La descripción hecha carne de un siglo confuso y complejo. La letra de aquel que pasó por todas las generaciones manteniéndose fiel a sí mismo. Un hombre tan fiel que lo fue incluso hacia lo que escribía, consiguiendo curiosamente la armonía más absoluta entre vida y literatura. No es mi intención hacer una semblanza de Ayala, qué añadir a lo que un buen puñado de escritores y críticos literarios ya ha dicho sobre él ―con la virtud de que en muchos casos hablan más desde la amistad que desde la literatura―. Personalmente, pensar en Ayala es pensar más en un intelectual que en un novelista.


Francisco Ayala-Lévi-Strauss

Por otra parte, Lévi-Strauss, más cercano a Ayala de lo que parece. Ambos centenarios, ambos obligados a dejar sus países a causa de las guerras, ambos vueltos al fin con todos los honores. Los dos grandes pensadores y humanistas. Pero si Ayala es un testimonio ―importante por ser patrio―, Lévi-Strauss es una pieza fundamental para el siglo XX, un fragmento de la historia sin el cual el mundo no sería el que ahora es. Interesado prácticamente por todo aquello que tuviera que ver con el saber humano, sus aportaciones en el campo de la antropología, de la etnografía y de la filosofía son fundamentales en la visión que hoy se tiene del mundo.




A ciertas edades es previsible que ocurra. Al fin y al cabo, es lógico que la vida y la muerte no entiendan de honores. Pero hay vidas y hay muertes que nos hacen sentir más el paso del tiempo. Por eso, adiós a estos dos grandes maestros.